4 de junio de 2008

Les regalo un poema

Poéticas del vacío

Que se vague en lo abierto,

Se dibujen errancias en un desierto, no garantiza que haya una

tierra prometida. Dice, eso si, que se esta en marcha.

Dice, también, y es más aún, que uno regala huellas.

Que añade estrías.

El mundo es siempre de la edad y a la medida de quien lo invoca.

Ni la realidad tiene tamaño definitivo, ni el mundo es algo agotado o

acabado.

Ni la realidad ni el hombre.

La realidad no contiene su propia justificación: nos incluye. Nos

alberga como su propia apertura,

somos su diferencia.

Su libertad.

En esa libertad cobra presencia una apertura: en lo así abierto se

expone y expande la historia del ser humano.

Se introduce lo dable en lo real.

La fecundidad en la fatalidad.

La apertura de lo posible es un flujo sin reflujo,

Un despliegue sin pliegue, un ritmo que atraviesa y excede toda

tierra colonizada.

Toda y cualquier realización concreta que no llegará sino a ser

forma suya, figura provisoria,

umbral de una nueva partida.

Imaginar es tener abierto el campo de lo realizable. Abrir

espacios en la interioridad del mundo.

Transparencias en la opacidad.

Desplegar la conciencia de limites en conciencia anticipativa.

A diferencia de la razón, siempre diurna, que descubre lo ya

existente, lo combina – suma o resta -, la imaginación es vida:

genera.

Salto cualitativo de lo que es hacia lo nuevo: salto que saltan-

do dibuja lo que será.

El hombre suscita mundos, abre claros en los bosques más espesos.

Lo hace en la medida en que le es dado trascender lo ya existente:

Imaginar.

El logos imaginario lo hace capaz de originar mundos,

anticipar paisajes, poblar ideales.

Esperarse a si mismo en sus propias metas. Llegar a habitar

sus sueños.

Todo lo creativo fue una vez creído.

Creer es crear.

Dar es nacer.

La imaginación es la esencia del ser, de la posibilidad, su potencia

se actualiza obrándose: es creación.

Su tensión creadora es, a la vez y lo mismo, su dinamismo

instaurativo.

La voluntad de soñar, de abrir espacios, consiste, en primer lugar,

en rechazar la imagen de un mundo canónico.

Un mundo que sea irremediablemente lo que es: la realidad como

destino de sí.

Imaginar es exorcizar la fascinación con lo inmediato, con lo

cercano no como cercanía e intimidad,

sino como cerco que encierra, ciega, separa. Exorcizar a la nece-

sidad como capitulación del deseo.

Puesto que el hombre lo habita y construye, lo anima, el mundo

puede ser otra cosa que lo que es:

la persona humana es la diferencia entre lo que es y lo que puede

ser.

La imaginación imagina otra realidad, la creíble y, en eso no

imagina: aprehende, capta.

Ve lo dado como dándose: dándose a modelar.

Para la intuición utópica, para la imaginación simbólica, lo

objetivo es lo potenciable.

No lo acabado.

En la gramática de lo imaginario, en la conjugación entre la au-

sencia y la presencia, no existe el sustantivo.

Todo es verbalidad,

conjugación.

Juego conjunto entre lo que es y lo que no es: símbolo.

Ver, vislumbrar imaginariamente, es irrumpir hacia lo no

pensado. Hacia lo otro por pensar.

El hombre es el portador de la fuerza de lo posible: la voluntad

cuando instaura alternativas.

Cuando anticipa futuros fundando comienzos.

Cuando inaugura palabras.

Cuando libera silencios.

Cuando no se ciñe a ser la herramienta de la razón operativa:

Cuando es hija de las bodas del deseo y la imaginación.

Cuando es el gesto de un sueño,

Cuando inaugura formas,

cuando forma constelaciones.

Cuando abre lo cerrado.

Cuando obra en el desierto.

Cuando expande semillas,

cuando siembra desiertos.

Hugo Mujica

Editorial Trotta